Magia y talento que cambió para siempre la historia de la música. Estandarte del clasicismo, a cuya sombra se encontraban grandes maestros como Ludwing Van Beethoven o Joseph Haydn. Un talento inigualable que sigue siendo una fuente inspiración en pleno siglo XXI. Con toda probabilidad, el músico más influyente e importante. Hablamos de Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, más conocido cómo Mozart. Nacido en Salzburgo (Austria) en 1756, desde niño mostró un gran talento con el piano y el violín. Su padre Leopold Mozart, fue el segundo maestro de capilla de la corte del arzobispo de Salzburgo y primera fuente de inspiración del joven Mozart. Con sólo cinco años componía partituras que eran del agrado de la aristocracia austriaca. Con diecisiete años fue contratado cómo músico en la corte de Salzburgo. Puesto que ocupó en un tiempo breve, ya que su carácter innovador y su deseo de ascender provocaron su expulsión. Tras su despido se instaló en Viena en 1781, donde vivió sus mejores momentos y alcanzó la fama. Una fama que se convirtió en gloria pese que en gran parte de su vida vivió con graves problemas económicos.
La obra de Mozart abarcó numerosos géneros con más de seiscientas creaciones (recopiladas por Ludwing Van Kochel en 1862, con un conjunto de 626 Opus) de música sinfónica, concertante, para piano, operística, de cámara y coral. Creaciones que alcanzaron una gran repercusión en la nobleza europea. La música de Wolfang Amade Mozart (así firmaba sus obras) contrastó con una vida bastante dramática. Con una búsqueda de autonomía e independencia y con agudos problemas financieros. La parte final de su vida fue la más fructífera en lo musical. Sus mejores y más reconocidas composiciones fueron creadas en su último año de vida. Durante la creación de su Requiem, falleció en extrañas circunstancias dejando su última obra incompleta. Ocurrió el 5 de diciembre de 1791 a la temprana edad de 35 años. Mucho se especuló sobre la causa: triquinosis, envenenamiento, o la más plausible, fiebre reumatoide aguda.
Mozart, tuvo que convivir con el estigma de ser un niño prodigio toda su vida. Algo que influyo en una personalidad fuerte, egocéntrica y vanidosa. Era un hombre enérgico que vivió por y para la música. Compartió una encarnizada rivalidad (que abarcó desde el plagio hasta el posible asesinato de Mozart) con Antonio Salieri (1750-1825). Y ejerció una gran influencia en la música de la época y siglos venideros. Beethoven (algunos rumores infundados hablaban de enemistad) catorce años más joven, siempre se sintió admirado y atraído por las melodías del maestro de Salzburgo.
Teorías posteriores, tratan la hipótesis de que Mozart padecía el síndrome de Asperger, trastorno neuromental con rasgos autistas, relacionado íntimamente con la superdotación intelectual. Wolfang Amadeus Mozart, estuvo siempre acompañado por una obsesión por la creación y la perfección, que en ocasiones lo apartó de la realidad. Una vida llena de vicisitudes que nos dejó un legado maravilloso que tiene cómo recompensa la eternidad. Múltiples obras literarias y musicales han homenajeado la figura del músico austriaco. El celuloide no es menos y aporta una rica filmografía sobre la vida y obra de unos de los mayores exponentes del arte de todos los tiempos. Comenzamos un recorrido cronológico que se inicia en 1921.
El psicólogo y lingüista peruano Ernesto Reaño Carranza es un especialista en el tema. Es fundador y director de EITA (Equipo de Investigación y Tratamiento en Asperger y Autismo) desde el año 2009. Se especializa en el estudio del desarrollo del lenguaje en el niño y en el tratamiento de los desórdenes del lenguaje en el espectro autista. Es licenciado en Psicología Clínica por la Pontificia Universidad Católica del Perú, así como magíster en Ciencias del Lenguaje por la Université Sorbonne-Nouvelle París III. Hizo una especialización doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid y es candidato al título de Doctor en Psicolingüística por la Université de Limoges, en Francia. Asimismo, es catedrático de las universidades nacionales Marcelino Champagnat y Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Con él conversamos a profundidad sobre el complejo síndrome de Asperger. Porque es posible que usted viva junto a una persona con esta particular condición de vida y aún no lo sepa.
¿Cómo definimos el Asperger? Si bien hay varios términos, ¿cuál es el más indicado para definirlo: un trastorno, un síndrome, una enfermedad, una discapacidad o simplemente una condición de vida distinta?
Yo creo que, básicamente, es una condición de vida. No es una enfermedad ni un trastorno porque uno nace y muere con ello. Y no es que algo en el camino se transformó o dejó de funcionar. El Asperger es una forma de autismo leve y, como todas las formas de autismo, significa que el cerebro está cableado de manera diferente y estas personas perciben el mundo y la realidad de manera distinta. Ni mejor ni peor: distinta. Por eso hablamos, básicamente, de una condición.
¿Puede haber una persona que tenga Asperger durante toda su vida y no se dé cuenta?
Es probable. Me ha tocado, por ejemplo, diagnosticar personas con cuarenta, cincuenta años que son, de alguna manera, sobrevivientes. Porque una persona con síndrome de Asperger, si bien es cierto que no va a tener muchos problemas en los lados cognitivos -posiblemente vaya a la universidad, vaya a terminar carreras-, tiene problemas en la comprensión de las normas sociales y en la empatía. Pueden acabar una carrera universitaria, después no encuentran trabajo, se pelean con las personas o son vistos como personas excéntricas o raras. Y, algunos, son vistos así hasta el final de sus días: como la persona excéntrica, huraña. Hasta que por ahí, de alguna manera, alguien se entera sobre el síndrome de Asperger y decide hacerse un descarte.
¿Cómo definimos el Asperger? Si bien hay varios términos, ¿cuál es el más indicado para definirlo: un trastorno, un síndrome, una enfermedad, una discapacidad o simplemente una condición de vida distinta?
Yo creo que, básicamente, es una condición de vida. No es una enfermedad ni un trastorno porque uno nace y muere con ello. Y no es que algo en el camino se transformó o dejó de funcionar. El Asperger es una forma de autismo leve y, como todas las formas de autismo, significa que el cerebro está cableado de manera diferente y estas personas perciben el mundo y la realidad de manera distinta. Ni mejor ni peor: distinta. Por eso hablamos, básicamente, de una condición.
¿Puede haber una persona que tenga Asperger durante toda su vida y no se dé cuenta?
Es probable. Me ha tocado, por ejemplo, diagnosticar personas con cuarenta, cincuenta años que son, de alguna manera, sobrevivientes. Porque una persona con síndrome de Asperger, si bien es cierto que no va a tener muchos problemas en los lados cognitivos -posiblemente vaya a la universidad, vaya a terminar carreras-, tiene problemas en la comprensión de las normas sociales y en la empatía. Pueden acabar una carrera universitaria, después no encuentran trabajo, se pelean con las personas o son vistos como personas excéntricas o raras. Y, algunos, son vistos así hasta el final de sus días: como la persona excéntrica, huraña. Hasta que por ahí, de alguna manera, alguien se entera sobre el síndrome de Asperger y decide hacerse un descarte.
El tema que publique lo busque por la siguiente razón:
ResponderEliminarMozart siempre fue mi compositor favorito, entonces yo pensé que ya que estaba relacionado con uno de los temas a discusión podía hablar de el, pero necesitaba hablar de algo que fuera mas allá de lo que todos sabemos sobre el, mas allá de que fuera un genio musical muy famoso. Ese algo que le dio el toque interesante al tema es el síndrome de Asperger que se rumoreaba que el tenia lo que permitía que el fuera, o se convirtiera en el genio que hoy todos conocemos